24.7.12

Crónica Pacheca: “Sexo, Drogas y Reggaetón”.

El amor, el amor...

Crónica Pacheca:
“Sexo, Drogas y Reggaetón”.


Con unas chelas encima es más fácil escribir (de haber sabido); lo que ahora están punto de leer es una historia de dos viejos conocidos de las Crónicas Pachecas; No pretendo que sean objeto de burla si no por el contario de admiración a ese sentimiento tan sublime que entre ellos llaman “amor”, aunque existe un grado de procacidad en lo que les voy a relatar… y el impudor es como el deporte de vez en vez debiésemos de practicarlo.

Erase una vez…

“La conocí en estado de ebriedad y yo le dije así vamos a caminar al río de la luna te llevare a un lugar que esta allá junto al mar”

Liran Roll


“Con todo y lo complicado que resulta cometer una barbaridad como la de casarse, Domitilo Godínez y la Chapis estaban enamorados uno de otro, eran novios desde la Facultad Sociología, en verdad el amor se veía a kilómetros, la miel le brotaba por los poros, cuando viajaban en la moto que  les habían prestado en la pizzería donde el buen Domitilo trabajaba, como buen subempleado de un país en crisis, le apuraba juntar los centavos para casarse, era su ilusión todos los días iba y venía, pizzas iban con y sin peperoni, cuando la Chapis lo acompañaba le cedía el casco de protección y ella abrazado a su torso un poco rebosante en grasita, sentía como el aire invernal le golpeaba el rostro, su pelo se revolvía y agitaba al rebasar los coches que estancados en el trafico le envidiaban, decía él: es como ser “El renegado”, su musa lo abrazaba fuerte, fuerte, se sentía un semi dios… el título puede esperar.

Con todo y esos ya pensaba en el tema de su tesis, ese era otro pensamiento que le agobiaba de descanso en descanso, le daba vueltas al tema: “Análisis sociológico desde las relaciones sistémicas entre el pizzero y sus clientela, modelos de desarrollo en las propinas recibidas

Sin embargo nunca está ausente la fatalidad, esa que se asomaba a la ventana con los ojillos entrecerrados anunciaba el colapso.

La “Chapis” y Domitilo Godínez, tenían una relación digamos que estable, con todo y las complicaciones de una relación de pareja – disfuncional como todas – pero había un tufillo de desconfianza, al estilo del viejo cine negro de los años cuarentas; Domitilo sospechaba que la Chapis solo lo quería por su dinero.

Rockero por tradición familiar, Domitilo, gustaba de las chamarras de piel con estoperoles, la greña largas y sus gafas oscuras al estilo Tom Cruise,  estaba peleado con otros ritmos musicales, pero era tan grande su amor que le perdonó a la Chapis que sea Reggetonera, emulando el  modo de lo que cantaba Ricardo Arjona en la canción “Ella y él” en lo más recóndito de su reproductor de mp3 lo sentía como un himno, era según sus palabras “El Joan Manuel Serrat de Guatemala”.

Chapis como todos la conocíamos, provenía de una familia adinerada en su pueblo, poesía una cadena de vulcanizadoras y todos sabían cambiar las llantas, padres y hermanos, grandes y chiquitos, incluso cuando la Moto sufrió una avería por pasar por un bache sin precaución, ella llegó a reparar el vehículo  en tanto que Domitilo corría con las pizzas para que no fueran a cóbraselas a él por entrega tardía, tenía en su bolso de mano tanto como cosméticos como una llave de ¾ de vaso hexagonal con sus accesorios, todo un estuche, incluida ella.

La fatalidad y el perreo.

Con todo y la facha de rudeza que poseía Domitilo, incluso muchos le temían después de eso que se convirtió en una leyenda, cuando golpeo en plena fiesta de graduación a quien fuera hasta esa fecha su asesor de tesis, lo que motivó a que nadie lo quisiera auxiliar y propició que no terminará su trabajo; a pesar de eso, Domitilo tenía un gatito que se llamaba “Burbuja”, según él también le gustaba el rock… la ternura le llego cuando conoció a la Chapis.

Por su parte la fama de la Chapis no era exactamente de bondad, su rudeza era conocida por las colonias que rondaba, no se le conoció novio con mayor posibilidad de congeniar, hasta que llego Domitilo, eran uno para el otro, pero en esa ocasión la fatalidad dejo de asomarse para entrar en escena.

La Chapis acudió a una fiesta reggetonera como era su costumbre los pantalones a la cadera, las dos trenzas con su gorra al estilo de policía municipal (no embonaba su cráneo y chueca) los estudios de sociología habían disminuido su agresividad incluso había dejado de acudir a dispárale a los gatos en el lote baldío de la colonia desde que supo que existía “Burbuja”, pero siempre llevaba algo con que saltarle al ring por si se ofrecía.

En esa ocasión Domitilo quedo de pasar por ella en la Moto de la pizzería cuando se lo indicase, por no congeniar con ese tipo de fiestecillas en la cual se escuchaban ruidos que no merecía la categoría de llamarle música – así lo creía -; Antes de acudir al llamado de la Chapis, Domitilo se permitió ingerirse digamos que 6 caguamas, para quitarse un amargo sabor de boca por la ausencia de propinas ese día; y no tenía idea de lo que en la fiesta sucedía.

Un tanto desorientado por la ingesta de la “guamas” y transitando en su motoneta que para entonces ya la sentía como un Corcel Blanco, iba en busca de su amada Dulcinea, la cual desconocía los momentos tan extraños que viviría, por su parte la “Chapis” negociaba una dotación de Sostenes de esos estilo “Wonder Bra” por supuesto de procedencia china, de varios colores en tanto el punchis punchis del reggetton estaba a todo volumen.

Domitilo cual galante caballero desmonta de su corcel (cuya parte trasera viene un caja y en ella inscrito un teléfono para los pedidos a domicilio) y desconociendo e ignorando a la “prole” que se contorsiona en la pista de la vecindad, la ve al fondo del patio, con una sonrisa rebosante, sosteniendo algunas prendas que no logra distinguir, para él la música se apaga en ese trayecto su melena que lavo con el “Champu” Grisi de su hermanita, se ondeaba esquivando a lo reagetoneros, no era más que la distancia entre ella y él, se sentía cruzar un campo lleno de girasoles la luz del sol iluminaba su sonrisa y corría como flotando al sonido que solo en su mente sonaba… “sha lalala shalalalala shalalalala”.

A punto de llegar a ella, la “Chapis” lo detiene en seco con una orden que era imposible de ignorar – no importándole el sentir de Domitilo – “Dame 200 pesos”, sin mediar explicación e ignorando los “Wonder Bra” que traía ya en una bolsita de papel – sexys como ella los definía – ignoró el daño que a su alma le ocasionaba.

Domitilo era muchacho emprendedor, pues quien no lo es muere o termina pidiendo limosnas, es capaz de levantar un negocio y a base de ese negocio vivir decentemente; todo eso lo había pensado, por ese amor inconmensurable que sentía, pero ella no advirtió ni las seis caguamas, ni ese brillo en los ojos que a punto del llanto; Despacio sacó de su billetera un papel moneda de esa dominación, sintió pena por él, un auto desprecio comparado con el asco que te generan la combinación de mezcal y cerveza en una mañana de cruda.

Lentamente con el billete lo apretó al grado de perder su forma rectangular, nadie lo percibió más que las terminaciones nerviosas de la  palma de la mano, la mirada insistente de la “Chapis” con la mano extendida no esperó, no imaginó ese momento fatal… con una velocidad sorprendente levantó la mano y le arrojó el billete en la cara y al grito “Tú solo quieres mi dinero” –  y los mariachis callaron – (no perdón la música reagetonera ceso).    

Este era un panorama desolador, para aquellas personas que tienen el anhelo de construir un futuro prometedor y sobre todo de  tener la creencia de que no se pude combinar el amor junto con otras actividades en este caso el dinero, yo mismo sentí pena, trague saliva pues ambos eran mis amigos, olía ya a tragedia, La “Chapis” tomo aire, lo miro fijamente ufff si ha habido momentos incómodos este se llevaba las palmas, dio dos pasos atrás, suspiró: “ssssnnnnhaaa”.

Nuestro antagonista (y también héroe) en medio de la intoxicación sabia que ya la había jeteado… empezaron a escurrir lágrimas (pero de hombre valiente-orgulloso – macho púes)… La Chapis le ordena en un tono más moderado “dame la llaves” partir de ese momento se volvió un costal que se movía al ritmo de su amada… fue una noche de sexo desenfrenado, voraz, salvaje, casi caníbal, por primera vez Domitilo, no le importo ni la tesis ni las propinas.

Yo creo que las mujeres se sentirían mejor ante la sociedad si asumiesen la actitud de la Chapis, está actitud de dominación y docilidad de Domitilo descubrirse “prenderse”, deberían de dejarse de tantas excusas coloidales y patrañas pancheras.

Es típico que si una chava tiene relaciones con un wey al que lleva poco de conocer pero le gustaba mucho y este monigote cambia de modelito al 1er mes, ellas se sientan desconsoladas, lloren como magdalenas Bimbo (esas son madalenas wey!) y digan la clásica frase: "Si, si me entregué...pero...(snif, snif) fue...(snif) por Amoooor", lo cual está perfecto, se entiende y se justifica el dolor...pero, cuantas veces no lo han hecho simplemente por ganas (cachondez, al pan, pan) o por andar medio jarras (cosa que también no has pasado a nosotros), la diferencia es qua hay gente que tiene esa claridad de reconocerlo y ¡¡ya!!,

A los 8 días La Chapis me llamó para comentarme que ya estaba embarazada… pero como dijera la nana Goya: “esa ya es otra historia y yo sigo esperando la invitación a la boda".  
Ruben Tupa.

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