18.6.15

Pescar en Gaza: Uno de los trabajos más peligrosos del planeta

Ziad, Mohammed, Fahed, Walid, Emad -este último de apenas 16 años de edad, herido de bala y secuestrado por las Fuerzas de Ocupación Israelí- nos van contando cada uno la historia de una brutalidad que se repite.

Ziad Fahed Baker es un joven pescador de Gaza, tiene apenas 21 años, delgado y con la piel curtida por el sol que reverbera sobre la superficie un mar mediterráneo en engañosa calma. La mirada de Ziad es viva e inquieta, su voz clara y firme, no titubea cuando nos relata su historia.
Hace tres semanas zarpó con su pequeña embarcación acompañado por cuatro pescadores más. Cuando se encontraban a menos de tres millas de distancia de la costa, fueron interceptados por una nave de guerra israelí y  militares fuertemente armados, quienes dieron la orden amenazante de abandonar las redes que ya habían lanzado al mar. Perder los implementos de pesca, tan difíciles de adquirir en Gaza debido al bloqueo sionista, significa para Ziad y sus cuatro compañeros, dejar a sus familias en la indigencia, sin ningún medio para subsistir. Ziad lo sabe y por eso pide a los soldados ocupantes que les permitan recoger las redes antes de marcharse.
La respuesta de los militares es un certero disparo a Ziad, le hieren con munición real en la pierna. Ante el ataque, los pescadores enfilan su pequeña embarcación hacia la costa, la nave de guerra los sigue a corta distancia, a milla y media dispara contra el motor, de inmediato les ordenan lanzarse al mar y nadar hasta donde se encontraban los ionistas. Ya en el barco israelí, Ziad y los otros cuatro pescadores, tres de ellos heridos, son esposados y además atados firmemente dentro de la nave, también les vendan con fuerza los ojos. “Acaso los soldados creían que nos escaparíamos volando?” nos pregunta con ironía, pero extrañamente sin amargura, Ziad.
Emad, adolescente de apenas 16 años, pescador en la franja Gaza, herido de bala, golpeado y secuestrado por las fuerzas de ocupación israelíes.

Tras su secuestro en el mar fueron llevados hasta Ashdod, donde las fuerzas de ocupación israelíes los sometieron a la rutina habitual de insultos y vejaciones.
La misma infamia se repite, hasta la extenuación o la muerte, contra cada pescador que sale a faenar en este mar cercado por el rugir de la artillería de letales naves de guerra, cercado también por el espeso silencio de la impunidad.
Estos pescadores palestinos fueron heridos, torturados y secuestrados por las fuerzas sionistas mientras faenaban en las costas de Gaza, algunos varias veces a lo largo de estos años.
No hay una sola familia de pescadores que no haya llorado a un mártir o a un herido, extrañado a uno de los suyos, secuestrado y torturado por las fuerzas de ocupación israelíes. No hay un solo pescador en Gaza a quien no hayan disparado, atacado, destruido o robado su bote o su equipo de pesca.La ocupación también bombardea el mar para matar o espantar a los peces, impide la entrada a Gaza de los implementos necesarios para la pesca, motores, anzuelos, fibra de vidrio, nada entra a esta franja de tierra asediada y expoliada, el poco combustible que envía la entidad sionista, lo vende a uno de los precios más altos del planeta. Antes, 1.500 embarcaciones surcaban las escasas millas donde los ocupantes –en teoría- permiten faenar a los pescadores de Gaza, hoy sólo 150 pequeños barcos pueden hacerlo, afrontando las condiciones más duras para procurar el alimento a sus familias. Gaza tiene el índice de desempleo más elevado del mundo. La lista de injusticias es infinita, como infinita parece ser también la resistencia de los palestinos.
Mohammed Zied Baker, de 30 años, fue atacado mientras faenaba en Sudanía, al norte de la franja, le ordenan detenerse, le disparan balas de goma, lo secuestran, ya en la nave lo esposan y así, inmovilizado contra el suelo, le pisan la cabeza con duras botas militares,. Mohammed aguanta y espera, sabe que, si sobrevive, volverá a faenar en este mar que ama y le pertenece, un mar que alimenta a su familia, un mar en el que es muy probable que encuentre la muerte.
Aquí nos muestran parte de la munición metálica con que suelen disparar a mansalva a los pescadores. Las fuerzas de ocupación israelíes también utilizan fuego de fusil, electricidad y balas de goma, contra los pescadores desarmados
Ziad, Mohammed, Fahed, Walid, Emad -este último de apenas 16 años de edad, herido de bala y secuestrado- nos van contando cada uno la historia de una brutalidad que se repite, que nos violenta a todos, una brutalidad que no debe quedarse impunemente sobre sus cuerpos golpeados, humillados, heridos, porque es un crimen contra toda la humanidad. “Ahora los militares están atacando y secuestrando también a los pescadores más jóvenes, casi niños” nos comentan. “Quieren aterrorizarlos” les decimos. “No pueden, somos palestinos!” nos responde Emad con una sonrisa de ingenuo desafío. Sé que es sincero, y esa pura valentía, paradójicamente, me causa admiración y tristeza.
Los pescadores de Gaza continuarán faenando en este mar que les da vida, y seguirán siendo asesinados, sistemática, impune y cobardemente por las fuerzas ocupantes sionistas. Mañana ellos volverán a enfilar sus pequeños barcos hacia el azul mediterráneo, volverán a perseguir el esquivo horizonte. Que regresen con vida también es responsabilidad nuestra, que nuestro silencio no cubra sus tumbas.
Texto y fotos: Valeria Cortés, venezolana desde Gaza, Palestina, Palestina ORG

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