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Las revueltas populares de 2011 en perspectiva histórica. (Descargar Texto)

Las Revueltas populares de 2011 en perspectiva histórica de Carlos Aguirre Rojas. DESCARGA AQUI
FRAGMENTO: Dentro de la persistente y poblada historia reciente de las luchas y protestas de los pueblos del mundo, el año de 2011 representa sin duda un año digno de ser recordado. Y eso, tanto por la excepcional amplitud geográfica del mapa planetario de las distintas rebeliones populares que en este año tuvieron lugar, como también por el grado de maduración del descontento popular general que se refleja en esta amplia geografía de la revuelta mundial, descontento que responde directamente al equiparable grado de avance y madurez de la crisis terminal del capitalismo también mundial.
Porque en los trece meses transcurridos desde diciembre de 2010 hasta diciembre de 2011, esa revuelta mundial se ha hecho presente desde Santiago de Chile hasta Nueva York, y desde Deraa hasta Londres, pasando por Bogotá, Oakland, Washington, París, Barcelona, Madrid, Atenas, Sidi Bouzid, Marrakesch o El Cairo, entre muchas otras de las ciudades que han protagonizado estas rebeliones populares recientes. Rebeliones que si por esta amplitud planetaria suya, nos recuerdan de inmediato a la Revolución Cultural Mundial de 1968, por sus demandas y exigencias principales nos remiten en cambio al ciclo de protestas que se inaugura en las montañas del Sureste mexicano, en Chiapas, el 1 de enero de 1994, y que a través de muy distintas estaciones y muy complejos itinerarios, se sigue desplegando todavía en el mundo entero hasta nuestro más actual presente.
Ya que más allá de sus diferencias y especificidades locales y nacionales, que son muchas y muy relevantes, es claro que tanto las distintas revoluciones de la mal llamada “Primavera Árabe”, o las potentes movilizaciones europeas de protesta de los ‘indignados’ españoles o del pueblo griego, igual que los amplios movimientos de “Ocupa Wall Street” en Estados Unidos, o de los estudiantes y los sectores populares en Chile o en Colombia, todos ellos comparten también ciertos trazos y problemas comunes, los que derivados del también compartido contexto mundial actual, producen y provocan la emergencia de demandas parecidas, de objetivos similares, de búsquedas que se asemejan y que a veces convergen, lo mismo que de caminos paralelos, y en ocasiones muy cercanos o hasta casi idénticos.
Entonces, si queremos medir adecuadamente la significación profunda que en la historia de la revuelta mundial tienen estas rebeliones del año de 2011, deberemos ser capaces de reconstruir, aunque sea en sus trazos más generales, el conjunto de líneas de determinación que en ellas se  condensan.
Líneas que en una consideración que atiende a los múltiples registros temporales, y también a las varias dimensiones problemáticas, abarcan tanto al contexto específico de la actual etapa de la crisis terminal del capitalismo, que lleva ya cuatro décadas de despliegue, como a su manifestación más reciente y evidente que es la crisis económica mundial desencadenada a finales de 2008, lo mismo que a la herencia todavía viva de la revolución cultural mundial de 1968, con todo el cortejo de las profundas mutaciones que implicó para el conjunto de los movimientos sociales anticapitalistas de todo el orbe, junto al ciclo de la protesta mundial, aun vigente y en curso, inaugurado por la irrupción del neozapatismo mexicano en 1994.
Pero también y más allá, a aquellas líneas que nos remiten a la lenta pero sostenida acumulación de experiencias y de progresos que los movimientos sociales fueron desarrollando, tanto en los 500 años de la etapa histórica capitalista, como en los miles de años de la protesta social y de la lucha continua de las distintas clases y sectores subalternos en contra de los grupos y clases dominantes y hegemónicas, de las sucesivas y diferentes organizaciones clasistas de la sociedad humana en la historia.
Revisemos entonces algunas de estas líneas de determinación, que nos permitan encontrar algunas claves para comprender mejor estas revueltas populares de 2011, en perspectiva histórica.
La crisis terminal del capitalismo como telón de fondo de las rebeliones populares de 2011.
Varios analistas serios de las movilizaciones populares de 2011, han señalado ya que una de sus causas inmediatas importantes, es sin duda la aguda crisis económica desatada a finales de 2008, crisis que está lejos de haberse terminado, y que probablemente llegará a ser mucho peor en sus efectos generales que la terrible crisis económica mundial de 1929-1933.
Pues es evidente que cuando a causa de esa crisis se incrementa rápida y enormemente el desempleo, o se privatiza y encarece la educación, o el capital productivo se desplaza hacia los juegos especulativos del mundo financiero, entonces la gente que es víctima directa de estos efectos inmediatos de la crisis sale a las calles a protestar, y también sale a las plazas de Túnez o de España para exigir trabajo, o a las de Chile o Colombia para reivindicar la educación pública y gratuita o más barata, o a las de Estados Unidos para ocupar el complejo financiero de Wall Street.
Sin embargo, si esta causalidad inmediata es correcta y evidente, también es cierto que por debajo de ella operan otros procesos más profundos y de más largo aliento temporal. Porque en nuestra opinión, esta crisis económica mundial de finales de 2008, no es más que la manifestación económica más reciente y dramática de la mucho más amplia y general crisis terminal del capitalismo mundial, la que habiendo arrancado desde 1968-73, lleva ya cuatro décadas de haber estado desplegando sus múltiples y complejos efectos.
Efectos diversos que se afirman a todo lo largo y ancho del tejido social, desde lo económico, lo social, lo político y lo cultural hasta lo civilizatorio, lo antropológico, lo tecnológico y lo territorial, que explican el carácter especial y excepcional de todos los procesos que hemos vivido en los últimos ocho lustros, procesos en los cuales no solo comienzan a colapsar todas y cada una de las principales estructuras del entero orden social capitalista, sino también y más allá, las estructuras propias de todas las sociedades humanas divididas en clases sociales, e incluso y más profundamente, también el conjunto de las estructuras sociales características de lo que, acertadamente, Marx llamó la larguísima etapa de la “prehistoria humana”.

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