La
consigna del momento es ¡todos contra el anarquista! Y no sólo de los
medios oficiales, incluso los “intelectuales” cercanos a AMLO hoy se
sienten con la autoridad moral de definir quien sí y quien no es
anarquista, los demás son “vándalos” “malhechores” “hooligans” e incluso
se dieron a la tarea de inventar un nuevo término: “anarco-halcones” .
La
táctica no es nada nueva, ya sucedió con los pobladores de Atenco
(macheteros, secuestradores, golpeadores de testículos de la policía,
etc.) con Oaxaca (Sappos, vándalos, incendiarios, etc.) y así podríamos
seguir con la larga lista; lo que hoy día sorprende a algunos es que ese
ataque, vía la estigmatización mediática, venga de un supuesto gobierno
de “izquierda” como el del GDF con aprobación del gobierno federal.
El
regreso del PRI al gobierno federal impulsando todas las reformas
estructurales propició la estigmatización de los opositores como método
para hacerlos perder el apoyo popular; ésta inició con la CNTE al
vincularlos con grupos de secuestradores y el ya
“clásico” de que entre sus filas tienen células del EPR; la aparición
de jóvenes en enfrentamientos con la policía después del 1ero
diciembre puso en jaque al gobierno e incluso se volvió un tema de
seguridad nacional, ante la falta de explicación de las manifestaciones
(que habían irrumpido con tanta fuerza) lo primero fue lanzar una
campaña de comunicadores, periodistas e intelectuales a nombrar a lo
desconocido.
Los
“intelectuales” detentadores de la verdad absoluta han venido dando
nombres de anarquistas “reales y auténticos”, curiosamente las menciones
son sobre anarquistas muertos, como sí con ellos hubiera muerto éste,
así pues Malatesta, Magón y Kropotkin llenan las páginas de los diarios y
los jóvenes solo alcanzan a ser un anarquista entrecomillado en la
redacción; eso sí, nada se dice de las expresiones obreras,
anarcosindicalistas, de los procesos de autonomía en los pueblos, de los
colectivos estudiantiles, de las comunas y de las huelgas, esos
anarquistas para los “intelectuales” no existen hoy en día.
Pero
hablando sobre los jóvenes que tanto suelen entrecomillar los jefes de
redacción como anarquistas ¿qué se sabe? ¿Quiénes y cuántos son? ¿Dónde
se encuentran? ¿A qué se dedican estos grupos que han llamado
anarquistas?
Más
allá de que últimamente son la nota en cualquier medio, los anarquistas
o los jóvenes embozados no aparecieron ni realizan los actos por moda o
copia (aunque como siempre hay los despistados que sí andan en la
multitud por eso) sino que su accionar responde a situaciones sociales,
políticas y económicas que los ha orillado a luchar contra un sistema
que les ha venido negando todo, educación, trabajo, diversión e incluso
la vida. (1)
A
diferencia de otras épocas de florecimiento ácrata, donde el gobierno
daba descripciones de los anarquistas como tipos mal encarados, con la
cara asimétrica, altos, corpulentos, torpes, psicópatas y saboteadores;
hoy los anarquistas siguen otro “patrón”: son jóvenes, visten de negro
con capuchas, estudian en algún CCH, provienen de Oaxaca o Atenco y
suelen aparecer en movilizaciones para enfrentar a la policía.
Contarlos
es casi imposible, identificarlos por un grupo es absurdo, decir que
son infiltrados o provocadores es mentira, es verdad que existe
infiltración, pero esa es una estrategia del gobierno y no el común
denominador de los jóvenes, sí bien es cierto que los anarquistas han
hecho aparición no son los únicos que se movilizan, la movilización
responde al descontento general, usan la violencia liberadora porque así
lo dicen los clásicos tanto del marxismo como del anarquismo lo que
demuestra que son jóvenes en constante formación y educación.
El
problema pues, radica en el proceso de exterminio y sometimiento de los
jóvenes por parte del Estado, de allí la campaña, pero ser joven ya no
es un estigma, es por ello que es necesario llamar al descontento, a la
acción, a la respuesta de alguna manera, hoy le toca al anarquismo como
hace 40 años le toco a los comunistas.
Appostol
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