El “fetichismo” es un concepto fascinante. En El Capital, Marx
propuso dicho concepto para explicar por qué, bajo el capitalismo, los
productos del trabajo son percibidos, una vez que entran al mercado,
como pequeños dioses con vida propia.
“De ahí que para hallar una
analogía pertinente debamos buscar amparo en las neblinosas comarcas del
mundo religioso. En éste los productos de la mente humana parecen
figuras autónomas, dotadas de vida propia, en relación unas con otras y
con los hombres. Otro tanto ocurre en el mundo de las mercancías con los
productos de la mano humana.”
¿Por qué para Marx este fenómeno
era importante? Para él, si la clase obrera toma conciencia de que las
mercancías no son “figuras autónomas”, sino su propia creación, ¿no
sería esta toma de conciencia una invitación para salir de su subordinación dentro de la economía y asumir la dirección de esta? En efecto, todo El Capital
es un esfuerzo por derrumbar el carácter divino de la mercancía a
partir de reconstruir su aparición desde las relaciones sociales de
producción.
Tal vez hay que radicalizar la noción del fetichismo. Ahora mismo, por ejemplo, estamos en México a algo que hay que bautizar como fetichismo de la protesta.
El
plantón que tiene la Sección 22 de la CNTE en el Monumento a la
Revolución, es su caso más reciente. Una parte importante de maestros en
protesta considera que hay que mantener el plantón “pase lo que pase”.
Dicha creencia es, hoy por hoy, el principal peligro que atraviesa el
movimiento y que pone en riesgo sus logros.
Un activista de Oaxaca, “El Alebrije”, plasmó bien la situación en redes sociales:
“La
lucha de la CNTE pasa por un punto de quiebre. Sus tradiciones de lucha
dicen que quien pida repliegue es ‘charro’ y quien clame seguir de
frente es ‘combativo’, pero esto no siempre es así. Hoy no es así.
Seguir adelante en las actuales condiciones garantiza el desgaste, igual
que replegarse sin un llamado para volver [a la ofensiva, garantiza] la
derrota. Si el magisterio supera sus propios paradigmas con decisión,
esta lucha se fortalecerá. Ahora que la Sección 22 llama a consulta de
sus bases [para decidir si seguir el plantón] deben saber que hay otros
caminos para seguir adelante. Un plantón parcial en DF y un llamado bien
organizado a la huelga nacional contra todas las reformas neoliberales
es el camino que proponemos.”
Del mismo
modo que Marx invitaba a los trabajadores a tomar el control de la
producción, ellos deben tomar también el control de sus formas de
protesta. Si, por el contrario, el plantón consuma su metamorfosis en un
dios intocable, los maestros habrá perdido el poder de dirigir sus
propias acciones a nuevas y mejores rutas. Por lo demás, el desgaste de
la Sección 22 es evidente: en su punto más álgido, las protestas del DF
contaron con 10 mil maestros, mientras hoy permanecen en el plantón
entre 3 y 4 mil, de un total de 70 mil que conforman todo el gremio.
Así, no habría que dejar pasar la oportunidad de arrebatar al gobierno lo que ya aceptó ceder al magisterio oaxaqueño.
Está en el interés de la Sección 22 que se difunda este triunfo entre
la clase trabajadora. El plantón debería ceder su lugar a un repliegue
táctico que le permita capitalizar lo ganado, para así re-lanzar la
lucha contra la ofensiva neoliberal de Peña Nieto en mejores
condiciones. Y hay que decirlo así, sin miedo y sin ceder a chantajes,
aunque muchos fetichistas lloren.
Ramón I. Centeno
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