La noticia lamentable del asesinato de Daiana García y la aparición de su cuerpo semidesnudo en un descampado detonó (Url_agregado_por_la_Producción)-como suele suceder- en las redes un aluvión de comentarios reaccionarios y sexistas que atenúan la gravedad del caso. Comprometidos a combatir con esta maquinaria retórica de la pelotudez, le ofrecemos aquí una serie de consejos sencillos para evitar la contaminación ideológica de semejantes expresiones y lograr así no ser un imbécil sexista.
1. Deje de hablar de la ropa de la víctima. Primero que nada absténgase de hablar de la ropa. Muchos dicen cosas por el estilo de “así vestida cómo querés que no le pase?”. Es un razonamiento estúpido que no tiene aplicación universal: si le rayan el auto usted no dice “la culpa es mía por comprarme un Volkswagen y no un Fiat”, si le roban el celular usted no dice “la culpa es mía por andar mostrando este teléfono de cuatro lucas en la calle”. Por otro lado, tampoco nadie le avisa a los hombres que andan en cuero por Buenos Aires en verano “no salgas así que te van a empomar”. Es estúpido. Por favor, no sea un estúpido.
2. La mujer no está para satisfacerlo. Sepa, ante todo que usted vive en una cultura machista. No se alarme, tiene solución, pero primero hay que afrontarlo: nos han acostumbrado a pensar a la mujer como un objeto de satisfacción sexual masculina. Que se vistan así, que sean asa, que hagan esto y que hagan lo otro, pero que no nos digan que no. Cuando una mujer le dice que no (o cuando por inseguridad ni siquiera se anima a preguntarle) usted siente la necesidad de pensar que es una histérica o una puta o las dos cosas. Nada de eso, simplemente no es la persona que desea estar con usted. Afortunadamente hay muchas personas por ahí, no se desespere. Siga intentando y por favor, diviértase sanamente en el intento.
3. Deje de responsabilizar a la víctima. Que usted crea que una mujer corre riesgos por la forma en la que se viste puede ser más o menos acertado si nos basamos en el hecho extensamente comprobado de que los hombres maltratan a las mujeres por motivos de índole sexual. De ahí a responsabilizar a las mujeres hay un largo trecho. Lea a continuación los siguientes enunciados y vea si puede entender la diferencia:
Enunciado A: “Entiendo que tu sentido individual de la estética te lleva a elegir esa vestimenta que, incidentalmente, va a llamar la atención de muchos hombres. No desestimes la posibilidad de que algunos de esos hombres, posiblemente mal educados, te lo hagan notar de formas más o menos violentas, humillantes y/o escandalosas.”
Enunciado B: “Puta, no mostrés el culo si no querés que te lo toquen.”
Si usted se identifica más con el primer enunciado está bien. En caso contrario relea nuevamente el punto 2.
4. Canalice sus frustraciones en otro lado. El acoso, la violación y el asesinato, entre otros tipos de violencia son siempre 100% culpa de los que los perpetúan y no de las víctimas. Cuando culpa a la víctima de su propio asesinato por el hecho de vestirse de tal manera y sacarse determinado tipo de fotos usted participa en una forma colectiva de canalizar frustraciones producidas por la propia cultura del exitismo y la cosificación de la mujer. Usted es parte de la misma sociedad que promueve la banalización del cuerpo y que luego va y condena a las mujeres que buscan cumplir los estándares de belleza y atracción promovidos. Usted participa de esa condena simbólica que se transmite por medio de los cientos de comentarios reaccionarios y que tiene un correlato bien real y material en el hecho concreto del femicidio, ya que este se ejerce desde el mismo lugar que el comentario malicioso: el deseo de controlar y anular a la mujer como sujeto sexual. Eso está muy mal.
5. El femicidio es grave, no lo minimice. Se sigue de lo anterior que cualquier intento de minimizar un femicidio por las particularidades tanto de la víctima como del agresor son formas de negar el problema de fondo. Por supuesto que el secuestro y el asesinato distan de ser comportamientos mayoritarios. No infiera usted de ello que el perpetrador del femicidio es simplemente un loco, un anormal que no lo representa. Por más que sea una forma exagerada y criminal, expresa ese deseo de control de la mujer y de sanción a la negación de satisfacernos sexualmente. Digámoslo así: los femicidas son a los que silban a las chicas en la calle lo que las multinacionales a las PyMEs. Evite crecer en ese negocio.
6. Deje al concepto de femicidio en paz. Usted cree que es muy listo cuando dice que el concepto de femicidio promueve la desigualdad de género. No celebre aún, no descorche el champagne, usted no ha refutado nada. Dejando de lado su malicioso interés por impugnar la existencia de un concepto que sirve para ampliar derechos (sabrá usted por qué lo hace, quizás es de esas personas que detestan los feriados), vayamos al hecho de que el concepto de femicidio no se basa en la condición de género de la víctima sino en el móvil del victimario. Femicidio es el asesinato a una mujer solo por el hecho de ser mujer. No hace falta ser abogado para saber que existen varias clasificaciones de homicidios que se basan en los motivos y circunstancias que le han dado lugar. Esta no es la excepción.
-¡Momento! ¿Pero con esa lógica no puede decirse que cuando una mujer mata a un hombre lo mata por ser hombre?
Bueno, no sabía que usted tendría derecho a réplica en este texto, pero ya que lo pregunta, no. Estadísticas de la Organización Mundial de la Salud dan cuenta de que el 35% de las mujeres asesinadas en el mundo son víctimas de sus parejas o ex parejas, mientras que en el caso de los hombres sólo el 5% (en muchos casos en defensa propia ante situaciones de violencia doméstica). Esto, según la misma entidad, se considera femicidio íntimo, cuando es perpetrado por un compañero o ex compañero amoroso. Entre otras categorías también clasifican femicidios realizados en base al “honor” (cuando un miembro de la familia mata a una mujer por considerar que sus conductas sexuales efectivas o presuntas -los embarazos lideran el ranking- le da “mala reputación” a la familia) y femicidios cometidos por extraños. Esta última clase de femicidio es la más recurrente en América Latina. Específicamente aquí, el Observatorio de Femicidios en la Argentina reveló que en 2013 se cometió un femicidio cada 30 horas, 295 en total (un 16% más que en 2012).
Es decir, la recurrencia con la que se asesinan mujeres en circunstancias que no son de robo, ni desde otro tipo de intereses probados que no sean los celos, el miedo al abandono o el intento de controlar y someter a las mujeres da cuenta de una tendencia que no tiene correlato ni semejanza en el caso de los hombres. El concepto es necesario, déjelo en paz.
7. No le diga “feminazis” a las feministas. Comparar al feminismo con el nazismo es de una ignorancia atroz que usted no quiere andar exhibiendo. El feminismo es un movimiento (o una sumatoria de movimientos) por la igualdad de hombres y mujeres en un mundo que, si usted concede algo de razón a todo lo que estamos diciendo, es considerablemente desigual entre géneros. Cierto es que se ha avanzado mucho en cuanto a asegurar condiciones equitativas para hombres y mujeres. ¡Eso es mérito del feminismo! Que usted haya conocido a mujeres que se dicen feministas y se haya sentido maltratado por ellas no es relevante. Primero lo invito a reflexionar sobre ese maltrato. Revea la situación, quizás no lo maltrataron, quizás fue usted el que se sintió violentado internamente por algo que ellas hayan hecho o dicho pero no necesariamente orientado hacia usted (si lo hicieron tiene derecho a despreciarlas ¡pero solo a ellas, no a todas!). No es raro que un hombre (o una mujer con mentalidad machista, que las hay y muchas) se sienta atacado cuando escucha hablar a las feministas. Uno suele sentirse atacado ante expresiones y visiones del mundo que contradicen fuertemente el modo en el que está estructurada nuestra vida, nuestras costumbres y valores. El machismo es exactamente eso, una forma en la que hemos estructurado nuestras vidas, las atribuciones y roles de hombres y mujeres y nuestros deseos. Es lógico que el feminismo lo violente, ahora bien, póngase usted en el lugar del otro y piense. Quizás se de cuenta de que hay mucho por cambiar para que todos vivamos un poco más contentos.
8. Córtela con los comentarios. Por último, aléjese un poco de la compu. Hay que dejar de comentar noticias por dos años, por lo menos. Debátalas con sus amigos y allegados y deje de refregarle a todo el mundo lo que usted piensa en la cara. Esto no tiene nada que ver con el sexismo, pero me pareció oportuno decírselo.
Fuente:OrillaSur
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