4.10.20

(Artículo) Del trabajo a la cocina: Labores domésticas, cuarentena y patriarcado

 


Lo que para algunos y algunas es nuevo durante la cuarentena, como estar en casa, hacerse cargo de los y las hijas, el aseo, los cuidados y las labores del hogar en general, para las mujeres llamadas “dueñas de casa” es su cotidiano, y por qué no decirlo, su trabajo. Pero lamentablemente cuando hablamos de trabajo solo pensamos en los que son pagados y no en todas esas labores que se realizan a puertas cerradas.

El espacio privado es asignado a las mujeres, pues se cree que naturalmente deben estar haciéndose cargo de los cuidados y de la limpieza del hogar, sin embargo, este es un trabajo invisibilizado y que debería pertenecer a todos y todas quienes habitamos una comunidad;  trabajo doméstico, pensado natural, esencial y parte del “ser mujer y ser madre”. Por otro lado, estas labores de cuidados y limpieza del hogar han permitido la producción por parte de quienes ejercen el trabajo asalariado, que sin tener quien se haga cargo de las tareas del hogar no podría acudir a su lugar de trabajo a ganar un sueldo y producir para los empresarios. Incluso, cuando estas labores son relegadas a una tercera persona, es a una mujer a quien se le paga por estos servicios, que en su mayoría se ejercen de manera informal, no contando con seguros pertinentes ni derechos básicos como el pago de cotizaciones, ya fuimos testigos de los efectos que el covid tuvo con todas esas mujeres que debieron escoger quedarse a puertas cerradas trabajando o perder sus puestos de trabajo en casas del barrio alto. De esta forma, no es que ahora durante la cuarentena estas labores aparecieron por arte de magia, sino que siempre han estado, siempre han existido y son parte fundamental de la reproducción de la vida, para que los y las niñas vayan a la escuela y el padre a trabajar, para que la casa funcione. Pero es ahora en el encierro, en el que las podemos hacer consientes al habitar por tanto tiempo un espacio en el que tradicionalmente se encontraron nuestras madres y abuelas.

Hablar de la cuarentena, el contexto de encierro y lo que significa para la salud mental es de largo camino, pero en su mayoría priman las dificultades de llevarlo a cabo, esto ya que en Chile hay mucho trabajo informal, trabajo en la calle y teletrabajo, lo que ha dificultado para muchas y muchos de nosotros mantenernos durante estos meses economicamente. Por un lado, ha sido complejo mantener una cuarentena efectiva, pues muchos y muchas de nosotras hemos debido salir a la calle a comercializar productos, y por otro lado muchos también han tenido que seguir trabajando desde sus casas; así, madres y padres que antes salían a trabajar ahora deben hacerlo desde el hogar. El problema principal durante la cuarentena de estos dos modos de producir ingresos familiares, se ha dado principalmente en que, sumado a este trabajo, hemos debido hacernos cargo de todas esas horas en las que antes los niños y niñas se encontraban en la escuela y que ahora deben educarse desde el hogar. De esta forma las labores en el hogar se han incrementado: más platos que lavar, más cosas que limpiar, más tiempo que dedicar a educar en casa y más estabilidad emocional para poder compartir un encierro, muchas veces en espacios pequeños. Según algunos reportajes como el que realizó “Corporación Humanas” durante los meses de cuarentena, señalan que han sido las mujeres quienes se han llevado más del 67 % de labores del hogar, en el que tienen que dividir su tiempo entre teletrabajo, aseo en la casa y cuidado de los y las hijas; labores de las que se hace cargo la madre por la misma reproducción de los roles de género, que como mencionamos anteriormente, siempre se han designado a las mujeres. De esta forma, el tiempo en cuidado del hogar se duplica. Estas labores, han estado relegadas a lo largo de la historia casi exclusivamente en las mujeres, por el hecho de que se nos considera más sensibles, débiles, y naturalmente hechas para estar en el hogar. Para nosotras, por lo tanto, la “cuarentena” ha sido parte de nuestra vida cotidiana, pues el estar en la casa ha sido la principal labor para muchas mujeres.

De esta forma, lo que queremos plantear aquí más que una problematización sobre la doble carga laboral de la mujer en el hogar, es ir a la raíz del problema, y verlo como una problemática comunitaria, que pertenece a todas y todos, esto es, plantear la urgencia de hacernos cargo de todas esas labores que teníamos invisibilizadas y que siempre pertenecieron a nuestras madres y abuelas. Son actividades que están sumamente naturalizadas , lo cual no es  necesariamente culpa de los hombres de la familia, puesto que sabemos que desde siempre hemos sido educados y educadas de esta forma, incluso las mujeres hemos asumido ese rol como natural y no muchas veces lo hemos cuestionado. De esta forma existe una mal distribución de las labores domésticas y creemos que estas debemos realizarlas todos y todas quienes habitamos un hogar, para que así, las mujeres no se llevarían doble o triple carga laboral pues dejaríamos de asumir que son labores que le pertenecen exclusivamente a nuestras madres y mujeres en general, conviviendo de forma comunitaria, aportando cada uno y una en la casa según sus capacidades y tiempo disponible, construyamos nuevas formas.

En el reportaje de la corporación humanas que mencionamos más arriba Carolina Carrera, psicóloga de Corporación Humanas, explica que existe además una diferencia en la percepción que tienen hombres y mujeres respecto a cuánto aportan en las tareas del hogar y de cuidado, puesto que los hombres desde pequeños se les ha excluido de estas labores, como cocinar, limpiar, cuidar a su familia, ya que se han concebido como actvididades femeninas, por lo que siempre que estos las realizan se conciben como una “ayuda” a la mujer y no como actividades partes de la vida cotidiana, de esta forma también la educación de los niños y niñas que estamos criando actualmente es clave para poder acabar con estas lógicas y que en el futuro niños y niñas sientan que es natural que todos y todas nos hagamos cargo de una casa, los cambios serán lentos pero aún estamos a tiempo.

Finalmente creemos que, al concebir la desigualdad en la distribución en las labores del hogar como un problema comunitario, podemos también resolverlo de esta forma y plantear que la solución es contribuir todos y todas a estas labores, de forma sencilla, pero principalmente dejando de asumir que es la madre, la abuela o la hermana mayor la que debe realizar estas labores y hacernos cargo tantos hombres como mujeres de estas actividades.

Publicado originalmente en Chuchunco City/Lapeste. Boletín informátivo de la Asamblea Libertaria Chuchunco #2, Septiembre del 2020.

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