«La gente se robaría y mataría unos a otros si no hubiera gobierno y ley», dices.
Si realmente fuera así, ¿por qué lo harían? ¿Lo harían precisamente
por el placer que sacan de ello o por determinadas razones? Tal vez si
examinamos sus razones, descubriremos el remedio para ellas.
Supón que tú y yo y muchos otros hemos sufrido un naufragio y nos
encontramos en una isla rica en frutos de toda especie. Por supuesto,
tenemos que ponernos a trabajar para recoger el alimento. Pero supón que
uno de nosotros declara que todo le pertenece y que nadie podría tener
un solo bocado, a no ser que primero pagase tributo por él. Nos
indignaríamos, ¿no es verdad? Nos reiríamos de sus pretensiones. Si
intentara hacer problema sobre ese asunto, tal vez lo arrojaríamos al
mar, y le estaría bien merecido, ¿no es así?
Supón además que nosotros mismos y nuestros antepasados hemos
cultivado la isla y la hemos abastecido de todo lo que se necesita para
la vida y la comodidad, y que llegara alguien y pretendiera que todo
es suyo. ¿Qué diríamos? No haríamos caso de él, ¿no es así? Podríamos
decirle que compartiera con nosotros eso y que se uniera a nuestro
trabajo. Pero supón que insiste en su propiedad y que saca un trozo de
papel y dice que eso prueba que todo le pertenece. Le diríamos que está
loco y nos iríamos a nuestros asuntos. Pero si él tuviera un gobierno
que lo respaldara, apelaría a él para la protección de «sus derechos», y
el gobierno enviaría a la policía y a los soldados que nos
desahuciarían y que podrían «en posesión al propietario legal».
Esa es la función del gobierno; esa es la razón por la que existe el gobierno y lo que está haciendo constantemente.
Ahora bien, ¿sigues pensando que sin esa cosa llama gobierno nos robaríamos y nos mataríamos mutuamente?
¿No es más bien verdad que con el gobierno robamos y matamos? Porque
el gobierno no nos asegura en nuestras posesiones justas, sino que, por
el contrario, nos las arrebata para el beneficio de aquellos que no
tienen derecho sobre ellas, tal como hemos visto en los anteriores
capítulos.
Si te despertaras mañana y supieras que ya no había gobierno, ¿sería
tu primer pensamiento lanzarte a la calle y matar a alguien? No, sabes
que eso es absurdo. Hablamos de hombres cuerdos, normales. El hombre
demente que desea matar no pregunta primero si existe o no existe un
gobierno. Tales hombres pertenecen
al cuidado de los médicos y de
los especialistas en enfermos mentales; habría que colocarlos en
hospitales para ser tratados de su enfermedad.
Lo más probable es que, si tú o Jonson os despertarais descubriendo
que no había gobierno, os dedicarías a ajustar vuestra vida a las
nuevas condiciones.
Es muy probable, por supuesto, que si tú vieras entonces alguna gente
que se atraca mientras que tú pasas hambre, tú exigirías la
oportunidad de comer, y en eso tendrías perfectamente la razón. Y lo
mismo pasaría con cualquier otro; lo cual significa que la gente no
apoyaría que alguien acaparase todas las cosas buenas de la vida:
desearían tener parte en ellas. Esto significa además que el pobre
rehusaría permanecer pobre mientras que otros nadan en la abundancia.
Esto significa que el obrero se negaría a entregar su producto al
patrón que pretende «poseer» la fábrica y todo lo que se hace en ella.
Esto significa que el campesino no permitiría que miles de acres
permanezcan ociosos, mientras que él no tiene tierra suficiente para
mantenerse a sí mismo y a su familia. Esto significa que no se
permitiría a nadie que monopolizara la tierra o la maquinaria de
producción. Esto significa que no se toleraría más la propiedad privada
de los recursos vitales. Se consideraría como el mayor crimen que
alguien poseyera más de lo que puede usar en doce vidas, mientras que
sus vecinos no tienen suficiente para sus hijos. Esto significa que
todos los hombres participarían en la riqueza social y que todos
ayudarían a producir la riqueza.
Texto escrito por el anarquista Alexander Berkman
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