Todo México se estremeció, aunque
era un niño, en la mesa familiar fue razón de platica de los grandes (mis
padres y tíxs). Los medios masivos, en la medida de la presión social, cumplían
a medias con la labor periodística.
No tenía mucho tiempo, de los asesinatos
a sangre fría (igual) de la Masacre de Aguas Blancas en la Costa Grande de
Guerrero. Pero este estremeció y se pensó por qué tanto odio, tanta saña y tanta
muerte. (Dirían ahora, esas no son las formas. Pero estos hechos nos dan cuenta
que nunca habrá un camino para las formas, esxs de allá lxs privilegiadxs, no
se tientan el corazón). De las 45 personas asesinadas, se encontraban siete
mujeres embarazadas (no vi a las mujeres pro-vida reclamando) -eso me hace
pensar en la masacre de El Mozote en el Salvador, también, fueron
paramilitares- y niñxs.
Creció la indignación de
estremecerse por esos actos, en un contexto de guerra de baja intensidad contra
el EZeta, la creación de grupos paramilitares en el norte de Chiapas, en el
caso de Chenalhó (se encuentra entre el norte y los altos) es el grupo llamado
“Máscaras Rojas”, que en la actualidad aún tienen existencia. El PRI aún es
fuerza política (partido verde igual) y sigue con cacicazgos tradicionales. La
organización de Las Abejas de Acteal, surge en el noventa y en el alzamiento
frente a la guerra de parte del EZLN, se solidarizaron. Lxs paras dicen que
forman parte, sin embargo, no se encuentran en el mismo sentido.
México se estremeció y a nivel
internacional se encontró solidaridad, pero eso, me recuerda un poco a un
escrito de Herbert Marcuse, sobre “el hombre unidimensional”, por qué la lógica
del capital y la violencia nos lleva a actos tan atroces (él escribía en
contextos de la II guerra, lo que no comprendía es que todos los países que no
forman parte de ese centro colonizador, sufrieron y sufren violencia. Para el
caso de América Latina, el movimiento de conquista y resistencia, trajo
violencia, opresión, etc.). México entendió que existen otrxs más que sufren,
que no se trata de una cuestión de clase, sino va más allá.
Veintidós años de dolor que no
sanan, sobrevivientes que aún cuentan y viven día a día ese dolor, que es
histórico, que se han dado a lo largo de la historia de los pueblos, que esas
violencias se dan y de manera constante, porque, así como esos sucesos son
muchos dolores. Sin embargo, aquí en este se estremecieron y comprendieron que
la violencia no es la vía, no es el camino. Lo que no se ha comprendido es que
existen muchas formas de cambiar, de moverse, de actuar.
Acteal como varios pueblos del
mundo han sufrido violencia, que ha sido histórica, porque han sido pueblos en
oposición (tal vez al Estado, al sistema político, económico, etc.) y que
cimientan organizaciones propias con resistencias y emergencias de cambiar sus
realidades. Se estremecieron tanto que ya olvidaron, es el momento de recordar
y no perdonar.
Kresta Ríe
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